· ARTROPATÍAS DE LA RODILLA. ARTROSIS.

La articulación de la rodilla se compone de compartimentos medial y lateral (que incluyen los cóndilos femorales y tibiales que están cubiertos de cartílago, y los meniscos) y de un compartimento anterior que incluye la articulación entre la rótula y el fémur (también recubiertos por cartílago).

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La articulación de la rodilla se puede dañar por desgaste: artrosis, a veces influenciada por lesiones en los meniscos o ligamentos que producen daño progresivo del cartílago, que es el tejido que sirve para proteger las zonas de roce entre los huesos, o simplemente se produce desgaste con la edad. También puede estar relacionada con factores genéticos predisponentes u hormonales (post-menopáusica).

La artrosis es la enfermedad reumática más frecuente.

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Lo más frecuente es que en la rodilla se afecte el compartimento medial, produciendo deformidad con piernas arqueadas (“genu varo”); cuando se afecta predominantemente el compartimento lateral se produce progresivamente una deformidad en “genu valgo” (las rodillas se juntan); también es frecuente que se afecte la articulación patelo-femoral.

La artrosis afecta de forma generalizada a pacientes de edad avanzada, aunque en pacientes con gran sobrecarga articular por sobrepeso o lesiones predisponentes se pueden afectar a una edad más temprana.

También las enfermedades reumatológicas, como la Artritis Reumatoide, pueden causar la destrucción articular.

SÍNTOMAS:

Lo más frecuente es que se produzca un dolor de tipo sordo, que aumenta tras la actividad y con el apoyo. A medida que la enfermedad avanza, se producen episodios de inflamación y de rigidez progresiva con disminución de la amplitud articular, y de deformidad con sensación de roce en la articulación.

DIAGNÓSTICO:

En etapas iniciales las radiografías son normales (se detectan signos iniciales en Resonancias Magnéticas) y progresivamente van apareciendo en las mismas signos radiológicos característicos: estrechamiento de las interlíneas articulares, deformidad, afilamiento de las espinas tibiales, esclerosis subcondral, aparición de osteofitos (prominencias óseas en los márgenes articulares) o geodas.

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GRAVEDAD:

Si la artrosis progresa puede producir dificultad para la deambulación, con la pérdida de calidad de vida que esto produce, conduciendo al declive de la condición física general y favoreciendo la aparición de otros problemas de salud relacionados con el sedentarismo.

TRATAMIENTO:

En principio hay que evitar su avance evitando la obesidad y realizando actividad física de bajo impacto, como la bicicleta, la natación, el yoga o el Pilates. También es útil mejorar la tonificación muscular con ejercicios contra-resistencia.

Cuando la enfermedad progresa se emplean analgésicos y anti-inflamatorios para disminuir los síntomas. También se empelan los fármacos denominados condroprotectores o SYSADOA (Hidrocloruro de Glucosamina y Condroitín_Sulfato).

Los tratamientos con hielo, calor y linimentos pueden aliviar temporalmente la inflamación y el dolor.

El empleo de ayudas ortoprotésicas, como rodilleras o en fases avanzadas el uso de un bastón inglés en la mano opuesta puede facilitar la marcha.

Si con estas medidas no se consigue el control de la enfermedad hay que valorar el empleo de infiltraciones articulares o la cirugía.

Como ayuda a la prevención se pudede realizar ya en la actualidad un test que determina la predisposición genética a sufrir artrosis (que es la causa aproximadamente en un 25 % de las mismas).

 

Sustancias empleadas en la infiltración articular para aliviar el dolor y la inflamación:

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1. CORTICOIDES:

La utilización de corticoides en la rodilla tiene efecto temporal, paliativo de la sintomatología, puede ser repetitivo, utilizarlo como adyuvante para otros tratamientos y su paso a la circulación general es mínimo.

Se pueden utilizar para el tratamiento de la inflamación articular aguda y crónica.

2. ÁCIDO HIALURÓNICO:

Actualmente se emplean infiltraciones intra-articulares de Ácido Hialurónico (“viscosuplementación”) para recuperar la viscoelasticidad del líquido sinovial que se pierde en el proceso artrósico, lubricando la articulación y evitando el roce de las zonas dañadas del cartílago.

El principal objetivo es mejorar las condiciones de la articulación evitando el rozamiento articular y descargando al hueso subcondral de la presión aumentada por la pérdida del cartílago hialino, por lo que se consigue un alivio sintomático del dolor y mejorar la función articular. Por todo ello se observó que el Ácido Hialurónico retrasaba la progresión de las lesiones.

Mejora la lubricación articular, mantiene la separación de las superficies articulares actuando como un relleno de apoyo viscoelastico y amortigua la carga en beneficio de la integridad del cartílago.

3. FACTORES PLAQUETARIOS DE CRECIMIENTO:

Los factores plaquetarios se extraen de la propia sangre del paciente. Se extrae la sangre, se centrifuga y se separa el plasma rico en plaquetas que contiene los factores de crecimiento.

Estos factores ayudan a la recuperación del cartílago inflamado y/o con proceso artrósico al promover la síntesis de Ácido Hialurónico, modulando el metabolismo del cartílago y fomentado la producción de factores condroprotectores.

Se disminuye la posibilidad de un proceso inflamatorio y se aceleran los procesos fisiológicos de reparación de los tejidos.

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La cirugía en la rodilla artrósica:

Si existe una rotura de menisco en las fases iniciales de la artrosis que presente una sintomatología dolorosa y restrictiva que sea achacable a la lesión del menisco, es posible realizar una cirugía artroscópica. Su indicación irá disminuyendo a medida que avanza la intensidad de la artrosis.

También se puede realizar para la extracción de cuerpos libres o para la eliminación de crecimientos óseos (osteofitos), que provocan limitación dolorosa de la movilidad o resaltes dolorosos durante la misma.

Puede ser útil para la eliminación de sinovitis reactivas crónicas, rigideces articulares y para lavado articular.

Todo ello va encaminado a realizar la llamada toilette articular de la rodilla, la cual va a dejar a la misma en mejores condiciones mecánicas que ayudará que posteriores tratamientos (rehabilitación, condroprotectores o infiltración articulares) obtengan un mejor resultado.

Si existe una deformidad articular corregible con el resto de la articulación sana se puede cambiar la carga de la extremidad mediante la realización de osteotomías.

Como último recurso se emplea la cirugía de re-emplazo articular : prótesis. En cuanto a las prótesis, pueden ser unicompartimentales, aconsejables en aquellas rodillas que conserven un equilibrio ligamentoso correcto y una desviación axial pequeña, o prótesis totales, que constan de dos o tres piezas, según se vaya a sustituir el componente rotuliano o no.

Las prótesis están ofreciendo un resultado positivo. Los materiales y los diseños evolucionan de una manera constante, son cada vez más resistentes y anatómicos, lo que conlleva un movimiento más fisiológico, y el paciente tiene una mejor marcha y una mejor funcionalidad en escaleras y en terrenos irregulares. También se ha mejorado el grado de flexión de las rodillas, lo que le da al paciente más agilidad.

Cada vez más estudios avalan el retorno a la actividad previa incluso deportiva en casi un 80% de los pacientes intervenidos de prótesis de rodilla (incluso en actividades da alto impacto).

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Los progresos realizados de las prótesis de rodilla han sido enormes y constantes, en los últimos veinte años, así que es de suponer que los avances sigan por lo menos al mismo ritmo, lo que garantizará a nuestros pacientes con patología degenerativa de las rodillas una seguridad todavía mayor en el tratamiento de su dolencia.

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· ARTROSIS DE LA CADERA

Se produce por el desgaste del cartílago articular, bien por el roce con el paso del tiempo o por alguna causa subyacente que lo dañe (traumatismos, problemas en la vascularización, infección,…

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SÍNTOMAS:

Se produce dolor de instauración progresiva en la zona inguinal, en la nalga o en la zona lateral del muslo. A veces se irradia hasta la rodilla. Generalmente el dolor aparece tras la realización de la actividad, y a medida que avanza el desgaste se produce dolor en reposo, incluso nocturno, dificultando el sueño. Aparece también dificultad de deambulación con cojera y rigidez progresiva ( con pérdida de movilidad para las rotaciones, inicialmente la interna, y posteriormente de la flexo-extensión) y debilidad de la musculatura abductora.

En fases avanzadas de la enfermedad se produce flexo (incapacidad para extensión completa, lo cual hace que la marcha y la postura se afecten).

DIAGNÓSTICO:

En fases iniciales se puede apreciar el daño en la Resonancia Magnética y posteriormente aparecen signos en las radiografías simples (crecimiento de osteofitos, estrechamiento del espacio articular, esclerosis subcondral, quistes,…)

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TRATAMIENTO:

En principio se emplean anlgésicos para disminuir los síntomas, condroprotectores (Condroitin-Sulfato, Sulfato o Hidrocloruro de Glucosamina) y terapia física para mantener una adecuada amplitud articular y tono muscular.

El empleo de bastón en la mano contralateral facilita la deambulación en pacientes mayores.

El tratamiento quirúrgico puede ser preventivo en pacientes jóvenes y niños (osteotomías realineadoras que modifiquen el eje de carga y eviten el deterioro), o cirugías de reemplazo articular por prótesis en los casos en los que la articulación esté muy dañada.

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· BURSITIS DE LA RODILLA

Es la inflamación de bolsas serosas que protegen las prominencias óseas o los tendones. Generalmente contienen líquido que ayuda a disminuir la fricción entre estas estructuras anatómicas entre sí o con el exterior. Si se produce sobrecarga de las mismas el líquido aumenta de volumen y se espesa, y se produce dolor.

Los lugares más frecuentes de la rodila son:

-Bursitis pre-patelar: entre la zona anterior de la rótula y la piel.

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-Bursitis anserina: en la zona interna proximal de la tibia entre las inserciones tendinosas de semitendionso, sartorio y recto interno.

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-Bursitis de la banda iliotibial: en la zona externa de la rodilla (roce con el cóndilo femoral lateral). Frecuente en corredores.

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SÍNTOMAS:

Aumento del volumen y dolor localizados en la zona afecta.

 

DIAGNÓSTICO:

Se descubren mediante la exploración clínica. Las pruebas diagnósticas se realizan a veces para descartar otras lesiones asociadas o que puedan confundirse con bursitis, como es el caso de artrosis en el compartimento medial o lesiones meniscales en el caso de bursitis anserinas.

 

TRATAMIENTO:

Se puede tratar con frío local y fisioterapia. Si no mejoran, se pueden realizar infiltraciones con corticoides; en casos resistentes se recurre a la cirugía.

· BURSITIS TROCANTÉREA.

Es la inflamación de la bolsa adyacente al trocánter mayor del fémur.

Puede ocurrir por diversas causas: dismetrías o alteraciones en la angulación de los miembros, artritis inflamatorias, patología intra-articular concomitante de la cadera, material de osteosíntesis,…

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SÍNTOMAS:

 

Dolor a la palpación sobre la zona lateral de la cadera (trocánter mayor), que puede irradiarse distalmente a la rodilla a través del tracto iliotibial. Se produce dolor nocturno al dormir sobre el lado afecto, y empeora al levantarse desde la posición de sentado.

La excesiva tensión del tracto iliotibial puede provocar molestias y resalte al chocar con el trocánter mayor con la flexo-extensión (“cadera en resorte”).

 

DIAGNÓSTICO:

 

Se realiza por la exploración física por un especialista (dolor a la palpación en la zona al realizar maniobras exploratorias de abducción y rotación interna contra-resistencia).

La radiografía simple descarta patologías calcificantes a nivel del trocánter mayor, y en la Resonancia Magnética o en la ecografía se aprecia la afectación de las partes blandas.

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Otras patologías que provocan un dolor similar son:

-Tendiditis en la inserción de los glúteos.

-Tendiditis del psoas o cadera en resorte interna (dolor inguinal).

-Artrosis de la cadera (produce limitación para rotaciones).

-Desgarro del rodete acetabular.

-Pinzamiento fémoro-acetabular.

-Necrosis de la cabeza femoral.

-Fractura trocantérea inveterada.

-Lumbociática y síndrome del piriforme: se produce dolor posterior en la nalga por compresión de raíces nerviosas lumbosacras o del nervio ciático.

-Infecciones y tumores.

 

TRATAMIENTO:

La modificación de actividades que producen el dolor, la medicación anlagésica y las infiltraciones locales con glucocorticoides son útiles para aliviar los síntomas, así como los ejerccios supervisados por un fisioterapeuta. (Si se desea más información se puede encontrar en la sección de ejercicios en la zona de información al paciente).

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También son eficaces la infiltración con palsma rico en plaquetas y la radiofrecuencia.

Si estas medidas no funcionan, se recurre al tratamiento quirúrgico para extirpar la bolsa inflamada (en los casos en los que se asocia a cadera en resorte, además se realiza una plastia de la misma para rebajar su tensión).

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· LESIÓN DE LOS LIGAMENTOS LATERALES DE LA RODILLA.

La estabilidad de la articulación de la rodilla, además de los ligamentos cruzados, depende de os ligamentos colaterales, los refuerzos capsulares y de la musculatura periarticular.

 

-El ligamento interno se lesiona al realizar una fuerza desde fuera hacia dentro de la rodilla (“estrés en valgo”, como cuando se realiza un placaje lateral en rugby); junto a éste, se pueden lesionar el ligamento cruzado anterior y el menisco interno en la “triada desgraciada”).

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-El ligamento externo se lesiona al realizar una fuerza desde dentro hacia fuera de la articulación (“estrés en varo”). Se suele asociar a lesiones capsulares postero-externas de la rodilla (“PAPE”), por lo que son más graves.

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GRAVEDAD:

Si no se tratan dan lugar a inestabilidad de la rodilla. Además, hay que tener en cuenta que se asocian a otras lesiones que también deben ser tratadas.

 

SÍNTOMAS:

Tras la lesión se produce inflamación de la rodilla, que rara vez es incapacitante. Posteriormente se siente inestabilidad con el apoyo, y pueden aparecer chasquidos.

 

DIAGNÓSTICO:

Se diagnostica fundamentalmente por la exploración clínica, que determina el grado de lesión según la laxitud articular percibida por el explorador. Pueden resultar útiles las radiografías en carga y forzando la articulación (“radiografías en estrés”) y la Resonancia Magnética.

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TRATAMIENTO:

 

-Esguince del Ligamento Lateral Interno (LLI): se suele tratar de forma conservadora con miembro elevado, deambulación con apoyo parcial con ayuda de muletas y rodillera con refuerzos, y el tiempo de curación depende del grado de lesión (hasta 6 semanas); además, se suele emplear la fisioterapia precoz para conseguir lo antes posible la amplitud total del rango de movilidad y la musculatura normal.

Se ha demostrado que el empleo de rodillera durante unos 6 meses tras la lesión previene la recaída en deportes de contacto.

 

-Esguince del Ligamento Lateral Externo (LLE): salvo en casos muy leves, la gravedad de la lesión suele hacer que se requiera tratamiento quirúrgico para reconstruir las estructuras lesionadas y recuperar la estabilidad.

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· LESIÓN DEL LIGAMENTO CRUZADO POSTERIOR

El Ligamento Cruzado Posterior (LCP) es el ligamento más fuerte de la rodilla y es el estabilizador principal de la traslación posterior de la tibia respecto al fémur.

Suele producirse por una hiperflexión o hiperextensión forzadas de la rodilla, y frecuentemente se asocia a lesión de ligamento cruzado anterior o colaterales.

Los mecanismos de producción más frecuentes son:

-Fuerza de traslación posterior a la tibia con la rodila en flexión (choque de la rodilla contra el salpicadero del automóvil en un accidente de tráfico).

-Hiperflexión pura.

-Caída sobre la rodilla flexionada.

-Hiperextensión que produzca también lesión del Ligamento Cruzado Anterior.

 

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GRAVEDAD:

Se puede producir una lesión grave que haga peligrar la extremidad si se asocia a luxación de la rodilla. Pueden también producirse inestabilidad recurrente, lesiones meniscales y condrales y artrosis de la rodilla asociadas a la inestabilidad.

 

SÍNTOMAS:

Se suele producir inicialmente un derrame articular, que cuando se resuelve de forma espontánea o mediante artrocentesis deja como secuela una sensación de inestabilidad al realizar apoyo.

 

DIAGNÓSTICO:

Estas lesiones se descubren meniante la exporación por un especialista, que en ocasiones se ayuda de Resonancia Magnética.

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TRATAMIENTO:

Primero se trata la inflamación y el derrame; posteriormente se intenta restaurar el rango de movilidad. Después se fortalece el cuádriceps mediante ejercicios para intentar la estabilización. Si ésta no se consigue, se realiza una intervención de sustitución del ligamento con una plastia de tendón que se toma, generalmente, del mismo paciente.

 

· LESIONES DE LIGAMENTOS CRUZADOS: LIGAMENTO CRUZADO ANTERIOR

El Ligamento Cruzado Anterior (LCA) es el principal estabilizador de la rodilla. Su desgarro ocurre por una torsión o hiperextensión que sobrepasa su resistencia. Aunque pueden suceder roturas parciales, las lesiones que ocurren con más frecuencia son los desgarros completos.

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Frecuentemente su lesión se asocia a lesión del menisco interno y del ligamento colateral interno (si se producen las tres lesiones a la vez se produce la tristemente famosa “triada desgraciada de O´Donogue”); también puede asociarse a la lesión del ligamento cruzado posterior.

 

SÍNTOMAS:

En general se siente un dolor agudo tras la torsión de la rodilla o al caer tras un salto, y a veces (no siempre) se nota un chasquido. En muchas ocasiones se sigue de un derrame articular (hemartros) en las siguientes 24 horas de la lesión.

A medida que el derrame y la inflamación van disminuyendo, el dolor casi desaparece por completo, persistiendo una sensación de inestabilidad (“noto cómo la rodilla se me va”) al realizar giros o al frenar la carrera.

 

GRAVEDAD:

Si no se repara, la lesión del Ligamento Cruzado Anterior produce incapacidad para la realización de determinados deportes debido la inestabilidad que produce. Además, a largo plazo esta inestabilidad predispone a la aparición de lesiones de meniscos y cartílago que conducen a degeneración artrósica de la articulación. Muchos especialistas consideran la lesión del ligamento cruzado anterior como “el principio del fin de la rodilla”.

 

DIAGNÓSTICO:

El mejor método para diagnosticarlo es la exploración por un traumatólogo especializado. Éste puede valerse además de Resonancia Magnética o, en algunos casos, de Radiografías simples para apoyar la sospecha clínica.

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TRATAMIENTO:

Inicialmente se aplica hielo, elevación de la rodilla y reposo (deambulación con bastones). Si existe derrame a tensión, el hemartros debe ser evacuado mediante punción. En cuanto sea posible deben iniciarse ejercicios de para recuperar el rango de movilidad de la rodilla.

En pacientes jóvenes se debe realizar una intervención quirúrgica mediante artroscopia para sustituir el ligamento dañado por una plastia de tendón que se suele sacar del propio paciente (en general tendones isquiotibiales o tendón rotuliano, dependiendo de las características del paciente y su tipo de actividad física); en casos de lesión parcial, también puede intentarse un retensado del tendón mediante termocoagulación.

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El empleo de factores de crecimiento derivados del plasma rico en plaquetas (PRP) puede ser también de utilidad.

Tras la intervención es necesario un período de rehabilitación en torno a 6 meses de duración antes de la incorporación a la actividad deportiva (el trabajo que no implique esfuerzos físicos y la actividad no deportiva pueden comenzarse mucho antes).

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En pacientes mayores con escasa actividad física la mejor opción es el tratamiento fisioterápico ayudado en ocasiones con ortesis (rodilleras). Estos pacientes se benefician del seguimiento por un especialista para prevenir y tratar las lesiones asociadas.

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· LESIONES DE LOS MENISCOS Y CARTÍLAGOS DE LA RODILLA

Los meniscos medial y lateral son almohadilllas de fibrocartílago que amortiguan el contacto entre las superficies articulares femoral y tibial, que están cubiertos por una capa fina, lisa y suave de cartílago hialino. Los meniscos y el cartílago, junto con el líquido sinovial que está entre ellos, hacen que la articulación de la rodilla se mueva de forma congruente, como un mecanismo de engranaje de precisión bien engrasado.

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Los meniscos se suelen dañar por una torsión de la rodilla, aunque en ocasiones pueden producirse simplemente al levantarse desde una postura en cuclillas. Frecuentemente se puede andar e incluso practicar deporte, con ciertas molestias, tras la lesión.

A veces aparecen síntomas mecánicos como chasquidos o bloqueos.

 

El cartílago también puede dañarse de forma aguda por una torcedura o traumatismo. También puede dañarse cuando un segmento de hueso pierde su aporte sanguíneo, a veces en relación a un traumatismo.

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La mayor parte de las lesiones tanto meniscales como de cartílago no suelen cicatrizar, porque el aporte sanguíneo es insuficiente el su mayor parte, y si no se tratan pueden producir un daño progresivo de la articulación: artrosis.

 

Tratamiento:

En pacientes jóvenes las lesiones meniscales agudas deben tratarse de forma quirúrgica por artroscopia, mediante la reparación (si la lesión se ha producido en zona vascularizada o “zona roja”) o escisión de la parte dañada (si la lesión se ha producido en la parte pobremente vascularizada o “zona blanca”).

 

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Tras un período de recuperación de entre 3 y 6 meses los resultados suelen ser muy satisfactorios.

Las lesiones condrales son más difíciles de tratar y el resultado depende mucho de la localización, tamaño de la lesión y edad del paciente: en lesiones superficiales puede realizarse una remodelación artrocópica (“condroplastia”) para regularizar la lesión. En defectos más profundos se pueden intentar microperforaciones o microfracturas del hueso subyacente para estimular el aporte sanguíneo.

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En determinados casos se puede trasplantar cartílago de otra parte del cuerpo donde no se necesite tanto (“mosaicoplastia”) o hacer crecer cartílago propio en laboratorio para poder trasplantarlo posteriormente (cultivo de condrocitos con implante autólogo).

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Recientemente se están empleando técnicas con aporte de factores de crecimiento, células madre y estructuras artificiales que se asemejan al cartílago natural para “rellenar” el defecto del cartílago y hacer que se regenere, y los resultados son prometedores.

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· OSTEONECROSIS DE LA CADERA

Es la destrucción del cartílago y hueso de la cabeza femoral debido a una falta de aporte vacular de la misma.

El déficit de aporte vascular puede ser debido a un antecedente traumático: fractura del cuello femoral, traumatismo, luxación coxo-femoral; puede asociarse a alguna enfermedad reumatológica (artritis reumatoide, lupus) o de la sangre (anemia falciforme, transtornos mieloproliferativos), o asociarse al uso de fármacos (corticoides) o alcohol, o a otras muchas otras causas.

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SÍNTOMAS:

Comienza con un dolor sordo en la ingle, parte lateral de la cadera o en la nalga, aunque en ocasiones aparece bruscamente (coincidiendo con el colapso de la cabeza femoral).

La movilidad articular se disminuye y los pacientes presentan cojera con la marcha al evitar el apoyo.

 

GRAVEDAD:

La destrucción progresiva de la cabeza femoral puede producir fragmentación y colapso de la misma. Esto puede producir artrosis de la articulación. Frecuentemente la afectación se da también en la otra cadera.

 

DIAGNÓSTICO:

Para el diagnóstico precoz es útil la Resonancia Magnética, ya que en estados iniciales de la enfermedad las radiografías suelen ser normales.

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En las radiografías simples se aprecia inicialmente un aumento de densidad (esclerosis) del hueso subcondral; posteriormente se aprecia colapso de la misma y en fases avanzadas se aprecia artrosis.

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Es necesario diferenciar la osteonecrosis con otras enfermedades que dan síntomas similares: tendiditis o desgarros musculares, lumbalgias irradiadas, fractura del cuello femoral, artritis séptica, osteoporosis transitoria de la cadera (edema de la médula ósea de evolución benigna).

 

TRATAMIENTO:

Depende del grado de afectación de la cabeza femoral.

En estadíos iniciales puede intentarse el tratamiento conservador (descarga, campos electromagnéticos pulsátiles), aunque, en general, la enfermedad progresa y es necesario el tratamiento quirúrgico: descompresión con o sin aporte de factores de crecimiento, osteotomías para variar la carga, injertos vascularizados o no vascularizados o, en casos avanzados, prótesis total de cadera.

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· SÍNDROME FÉMORO-PATELAR. CONDROMALACIA.

Se caracterizan por dolor en la zona anterior de la rodilla acompañadas de casquidos, que aumentan con la carga de la extremidad y la flexo-extensión, como levantarse o subir escaleras. Se relaciona con la sobrecarga que soporta el cartílago articular de las superficies del fémur y la rótula, y es más acentuado si existe una mala alineación patelar, aunque no ocurre siempre.

 

SÍNTOMAS:

Dolor en la zona anterior, de tipo difuso, que aumenta el algunas posiciones o actividades que aumentan la presión de la rótula sobre el fémur, como estar mucho tiempo sentado con las rodillas flexionadas, subir escaleras o levantarse desde una posición de cuclillas.

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DIAGNÓSTICO:

Dado que se trata de una patología compleja que puede deberse a muchas causas el diagnóstico no es sencillo.

En primer lugar hay que descarar malalineaciones y malrotaciones de los miembros inferiores que se asocien a desplazamientos o básculas rotulianas. También hay que descartar inestabilidades de la articulación que produzcan luxaciones o subluxaciones de la rótula, y hay que evaluar el cartílago articular.

Además del examen físico son útiles las radiografías smples en múltiples proyecciones específicas (telemetrías, axiales, laterales,…) en diferentes grados de flexión, Tomografías Axiales y Resonancias Magnéticas.

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TRATAMIENTO:

Depende del grado de dolor e incapacidad que produzca, de la edad y actividad del paciente y de la causa que la produzca, si ésta puede ser corregida.

En general siempre es útil la pérdida de peso y la fisioterpia encaminada a la estabilización de la rótula (normalmente fortaleciendo la musculatura del vasto interno).

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Si esto no es suficiente se realizan técnicas más agresivas como infiltraciones: viscosiplementación con ácido hialurónico o infiltración con plasma rico en plaquetas; en casos resistentes a tratamiento conservador, se valorará la cirugía destinada a la corrección mecánica de las inestabilidades o malalineaciones o simplemente al alivio del dolor.

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· TENDIDITIS EN LA RODILLA

La más común es la tendiditis del sistema extensor o “rodilla del saltador”, que se produce por sobrecarga de la inserción de la musculatura cuaricipital sobre la rótula o del tendón rotuliano que va desde la rótula a la tuberosidad tibial anterior.

La causa más frecuente es la realización de saltos frecuentes en pacientes jóvenes, aunque en pacientes mayores con sobrepeso también puede ocurrir.

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SÍNTOMAS:

Dolor en la parte anterior de la rodilla localizado en un punto que aumenta tras la realización del ejercicio o al final del mismo.

El dolor es fácilmente localizable en un punto que aparece frecuentemente inflamado y en ocasiones se nota crepitación a la palpación. Al realizar extensión de la rodilla contra-resistencia el dolor aumenta, y también cuando el sistema extensor es estirado al realizar hiperflexión de la rodilla.

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DIAGNÓSTICO:

Las radiografías suelen ser normales. La Resonancia Magnética y la Ecografía son útiles para localizar la lesión y descartar roturas tendinosas y musculares.

GRAVEDAD:

Se suele tratar de una dolencia que no presenta complicaciones, aparte de la dificultad para realizar ejercicio y el dolor, aunque en algunos casos la tendiditis se asocia a cambios degenerativos del tendón (tendinosis) que predisponen a la rotura tendinosa.

TRATAMIENTO:

Lo primero que hay que hacer es reposo de la actividad deportiva (de una a 3 semanas, según la gravedad) y tratar el dolor con anti-inflamatorios.

Después hay que realizar una pauta de tratamiento rehabilitador para recuperar el rango de movilidad y posteriormente para aumentar la fuerza de extensión en equilibrio con el fortalecimiento de la musculatura isquiotibial. Finalmente se realiza un programa específico para la actividad deportiva o profesional que se realice. En general, empleando el método de Curwin y Stanish de estiramiento y ejercicios excéntricos de carga y velocidad progresiva se suele solucionar con ejercicios diarios durante unas 6 semanas como mínimo, sin necesidad de abandonar por completo la actividad deportiva.

Adicionalmente se emplea terapia física con calor-frío y el empleo de ortesis de tipo rodillera, cinchas o vendajes funcionales puede ser útil.

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El empleo de inyecciones con corticoides puede ser útil en casos seleccionados, aunque en general debe utilizarse extremando las precauciones, pues se puede dañar el tendón y favorecer la rotura.

En casos resistentes la inyección intratendionsa de plasma rico en plaquetas (factores de crecimiento) da muy buenos resultados.

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Si todo lo anterior no da resultado se realiza intervención quirúrgica con limpieza del tendón degenerado y reparación del mismo, perforaciones óseas en la zona insercional y aporte de factores de crecimiento; también son útiles las microtomías por diversas técnicas.

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